Cicatrices

Nunca supe como empezar un texto, siempre dejaba que mis sentimientos escribieran por mi y que saliera lo que saliera, lo único que quería era desahogarme, no me importaba si no tenía coherencia lo que decía, solo quería que mis pensamientos se ordenaran.
Hace un tiempo, escribía sobre lo mucho que me dolía el corazón y lo rota que estaba, hasta que me di cuenta que a las heridas si todo el tiempo las tocas y rascas nunca cicatrizan, hay que dejarlas, que duelan, que sangren y que estén ahí el tiempo necesario que la piel quiera para recuperarse totalmente. Pensaba que era imposible, creí que nunca iban a cicatrizar que no se podía porque eran muy grandes y aunque no las tocara, dolían, el proceso de cicatrización me dolía demasiado. A veces me moría de ganas porque esas heridas se curaran y solo fueran una cicatriz, también muchas veces yo misma saqué las cascaritas que de a poco se fueron formando en ellas para ver que tanto dolía que sangraran, estuve un montón de tiempo en las que yo misma me oponía a que cicatrizaran como si tenerlas ahí sangrando me fuera a ayudar.
Aveces te acostumbras al dolor, te acostumbras a ver esas heridas, se convierten en una parte de tu cuerpo y sentís que si se fueran las extrañarías. Me costó mucho darme cuenta, que lo que no cicatriza se infecta, y si se infecta duele el triple. Me costó entender que cada piel tiene su tiempo de cicatrización y lo va a cumplir, no importa lo que hagamos no va a curarse antes ni después.
Solo hay que dejarlas, hay que aprender a estar con ellas, pero sin tocarlas, solo admirándolas, viendo como de a poco la piel sana y esa herida enorme solo se convierte en una cicatriz, cicatriz de algo que pasó y dolió como nunca pero que ya no está mas.
En ese proceso de curación, pasaron muchas personas que quisieron poner vendas en ellas, para que no se infectaran y dejaran de sangrar.
Pero cómo iba yo a permitir eso? Eran mis cicatrices, no quería que nadie las tocara, creía que yo sola las podía curar.
Pasé mucho tiempo sufriendo, negándome a aceptar que necesitaba ayuda, estaba frágil pero yo no quería sentirme así, entonces me ponía una venda yo sola y cuando llegaba la noche arrancaba esa venda para que la herida respirara, mi mama siempre me dijo que tenía que dejarlas al aire, porque iba a ser todo mas rápido. Yo siempre confié en lo que mi mama me decía, entonces las quitaba..
La gente me decía que no sea cabeza dura, que me dejara ayudar, que cada dia las heridas estaban peor, pero me negaba.
Éramos mis heridas y yo, para qué mas?
Un tiempo después, aburrida de ver a mis heridas sangrar, me dejé ayudar, tenía mas miedo que nunca. Y si el que me quería ayudar hacía que me dolieran más? y si no las curaba de la manera que yo esperaba? y si no servía de nada eso que estaba haciendo ?
Tenía tantas dudas y tanto dolor, que ya no sabía que hacer. Solo quería que dejaran de sangrar, así que a pesar del miedo, permití que me ayudaran. Al principio me dolía, lloraba cada vez que las tocaban y vendaban, un tiempo después me acostumbre y el dolor de a poco se fue desvaneciendo. Me gustaba recibir ayuda y a mis heridas también. Estaban contentas de que ya no las hacían sangrar ni las arrancaban.
Mi piel y yo, lo agradecimos mucho.
Pero como todo accidente, muchas veces quedan secuelas, y si, son peor que la herida.
El que se lastima una vez y pasa por todo ese proceso, agarra miedo y no quiere volver a pasarlo más, entonces, se protege de todo comienza a usar casco y rodilleras, camina siempre con cuidado, sospechando y con miedo a caer.
Una vez más, las personas me notan diferente, estaba feliz porque mis heridas habían cicatrizado pero a la vez, todos notaban que ese proceso de cicatrización me habia cambiado, me notaban mas apagada, mi sonrisa ya no era la misma.
Comenzaron a preocuparse pero no dejaba que se acercaran. Siempre, siempre pensaba y si me quieren empujar?
Si solo quieren verme con las rodillas lastimadas otra vez? No quiero que vuelvan a sangrar, no quiero otra vez cascaritas en ella.
Entonces, me protegía de todo, sin darme cuenta hasta de lo bueno.
No me gustaba estar así, pero.. que mas podía hacer? Me negaba a sangrar nuevamente.
Poco a poco, fui recordando que mis rodillas cicatrizaron gracias a alguien más, que con paciencia las limpiaba y vendaba cada día mejor.
Ya había pasado todo, que podía ser peor?
Dejé de lado los miedos y abrí las puertas. Permití que me ayudaran y poco a poco, fui dejando las rodilleras y el casco. Ya no me daba miedo caer, porque tenía quien me sujetara y me curara las heridas si volvía a lastimarme.
Mucho tiempo estuve confundida, nunca me había sentido así, pero a pesar de la confusión era algo que me gustaba.
Nada podía salir mal.
Y así fue, poco a poco, mi sonrisa volvió a aparecer en mi cara, estaba plena, completamente feliz, aún tenia marcas en las rodillas pero ya no me importaba, me acostumbre tanto a tenerlas que si no las miraba no recordaba que estuvieran allí.
Me di cuenta, que aveces caer no es tan malo como parece si tenes a alguien con quien compartir ese dolor y alguien que te cure.
A mi me costó mucho entenderlo, pero lo logré. Me hice amiga del dolor y mi vida comenzó a cambiar.
Me habían salvado y eso para mi fue el acto mas hermoso que pudieron hacerme jamas, ahora soy feliz.
Completamente feliz. Mi sonrisa es sincera y mi corazón está completamente lleno de paz y felicidad.
Nunca supe como agradecer ese acto de bondad hacia mi, muchas veces el miedo reapareció y me jugó una mala pasada haciendo que tuviera actitudes malas de las cuales me arrepentí como nunca antes. Aunque eso no sirvió de nada.
Entonces si, sé que ya sabes mi historia de pies a cabeza, que la conoces como nadie. Pero quería que la escucharas contada por mi.
Quería que supieras lo gris que era mi vida antes de que aparecieras, viniste a pintarla de colores hermosos y yo no pude darme cuenta antes. No sabes cuanto me arrepiento, pero por suerte, hoy estas acá, compartiéndote conmigo, estas acá y puedo agradecerte y darte todo el amor que me negué a darte antes por miedo. Llenaste un vacío que por mucho tiempo creí que era irreparable, lo llenaste de amor y felicidad. Todos los días de mi vida voy a estar agradecida por eso, te amo como nunca ame a alguien antes.
Solo quería decirte una cosa más, gracias, me salvaste y me diste alas en el mas frío de mis inviernos.

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